Para ganar una partida, en ocasiones, basta con saber jugar las cartas que tenemos en la mano. Ni esperar mejor suerte en un reparto, ni jugar con ases en la manga. Sencillamente, sacar el máximo provecho a las herramientas disponibles. Esa máxima, aplicable a múltiples niveles, también es útil a la hora de formar una familia. Por mucha ayuda que pueda ofrecer la medicina reproductiva a quienes la necesiten, a veces basta con algo tan sencillo y de bajo riesgo como un coito programado.
El coito programado, dirigido o calendarizado no es más que aprovechar nuestras cartas. Jugar con la biología a nuestro favor para poder maximizar las opciones de lograr el embarazo y sembrar la semilla de la futura familia. Y, para ello, no hay más que observar, analizar y buscar las mejores fechas fértiles en las que mantener relaciones dentro del periódico ciclo menstrual de la mujer.
Con la ayuda de un especialista en reproducción y fertilidad, y la contribución de una pequeña y supervisada dosis de medicación, puede ser suficiente. Esa medicación supondrá, para cuando lleguen los días de ovulación de la mujer, aportar un empujón añadido a esos óvulos que hagan que mantener relaciones sexuales no sea un tiro al aire, sino un coito dirigido y programado expresamente para conseguir el embarazo.
Es un protocolo sencillo y poco invasivo para la mujer que, además, puede suponer una gran ayuda. Es de gran ayuda a todos los niveles: puede servir para programar un coito dirigido con mayores opciones de embarazo en mujeres con un periodo regular; para inducir a la ovulación en mujeres con ovulaciones irregulares y también en casos de mujeres anovulatorias, es decir, que no producen esos óvulos por sí mismas.
En el proceso de formar una familia, como siempre recordamos desde UR IMED, influyen multitud de factores entre los que, sin duda, se encuentra el factor psicológico y emocional. Programar un coito dirigido, pautado por especialistas y apoyado en la medicación no solo supone una ayuda a nivel ovular, sino también crear un nuevo escenario mental para la pareja.
Este nuevo escalón en la búsqueda de formar una familia supone un punto de inflexión ideal para parejas que llevan tiempo intentándolo sin éxito, ya que ayuda a optimizar sus opciones. Con estimulación ovárica o sin ella -no siempre es necesario-, saber cuándo es el mejor momento es un buen empujón para poner la primera piedra del castillo familiar.
El coito dirigido no es, desafortunadamente, una garantía de éxito. Es el método más similar a la concepción natural, por lo que aunque sí es más efectivo que ésta, no supone una varita mágica para personas con problemas graves de fertilidad. Es una buena ayuda, un impulso para sortear esos leves obstáculos, pero no un helicóptero con el que subir al a cima de una montaña.
En cualquier caso, y como en toda cuestión relacionada con la fertilidad y la reproducción asistida, la mejor garantía es contar en todo momento con las opiniones y la supervisión de personal especializado. La ayuda profesional supone cimentar con seguridad y estabilidad el primer paso de un proceso para el que toda contribución es poca.
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