La endometriosis es una enfermedad crónica benigna de origen desconocido que consiste en el crecimiento de tejido endometrial ( parte interna del útero) fuera de su ubicación natural que es el útero.
La endometriosis se agrava en cada ciclo menstrual mensual. Cada mes, el endometrio crece preparándose para el embarazo. Si una mujer no se embaraza, el endometrio se descama y la mujer sangra. Cuando una mujer tiene endometriosis, los implantes de endometrio fuera del útero también sangran durante su período. Sin embargo, no hay manera de que la sangre abandone el cuerpo, así que puede desarrollarse una inflamación y tejido cicatricial, con las consiguientes repercusiones.
Se calcula que afecta a un 10 por ciento de las mujeres en edad fértil. Esto significa que en España puede haber alrededor de 2.000.00 de mujeres afectadas, muchas de ellas sin diagnosticar todavía.
Puede afectar a cualquier mujer en edad reproductiva ya que el crecimiento de este tejido depende de los estrógenos. Por lo tanto no se ve antes de la primera regla y desaparece con la menopausia, aunque puede recidivar si la mujer hacer tratamiento hormonal en la menopausia.
Los estudios han demostrado que la incidencia de endometriosis es mucho más elevada entre las mujeres cuya hermana o madre padecen también la enfermedad.
Otros factores que se han relacionado con la posibilidad de desarrollar este trastorno son: ser de etnia caucasiana, haber tenido la primera menstruación a edades muy tempranas, tener periodos menstruales cortos o haber tenido el primer hijo después de los 30 años.
Los síntomas principales son dolor pélvico e infertilidad. Por lo que se refiere al dolor se caracteriza por:
Hay que tener en cuenta que las lesiones endometriósicas no siempre producen síntomas y de hecho una mujer puede no tener dolor pélvico y ser fértil y al mismo tiempo tener endometriosis, lo que hace más difícil entender esta compleja enfermedad.
La intensidad del dolor que una mujer siente no está relacionado con cuánta endometriosis padece. Algunas mujeres no sienten dolor aun cuando su enfermedad afecta grandes áreas y al contrario.
Además de una entrevista personal detallada, para su diagnóstico se usan técnicas de imagen. Estas técnicas permiten ubicar las zonas de endometriosis más grandes, como los nódulos o quistes, llamados “de chocolate” por su característico color. Los dos estudios más habituales son la ecografía transvaginal y la resonancia magnética . Estos tipos de imágenes no son eficaces para el diagnóstico de las lesiones o adhesiones pequeñas.
Si se sospecha una endometriosis que produce síntomas importantes pero las técnicas de imagen no nos aportan información, puede ser recomendable hacer una laparoscopia para ver la cavidad abdominal y poder confirmar el diagnóstico. Este procedimiento mostrará la ubicación, extensión y tamaño de los tumores y ayudará a la paciente y a su doctor a tomar mejores decisiones de tratamiento.
La endometriosis es una enfermedad que no tiene cura lo cual no quiere decir que no pueda tener tratamiento, existen diferentes opciones terapéuticas.
Pueden tratarse los dos problemas que ocasiona, tanto el dolor con analgésicos, con tratamientos hormonales o incluso con cirugía, y la esterilidad mediante cirugía o técnicas de reproducción asistida. La indicación de cada uno va a variar enormemente en función de las características, de los deseos gestacionales y de los síntomas de la paciente.
No necesariamente hay que operar en todos los casos. Cuando hay dolor pélvico sólo en casos rebeldes a los tratamientos médicos.
Aproximadamente de un 20% a un 30% de las mujeres que tienen dificultades para embarazarse pueden tener la enfermedad, por lo que la endometriosis no es factor absoluto de infertilidad.
La infertilidad ocasionada por la endometriosis suele ser debida a la distorsión anatómica que se produce en las trompas de Falopio por las adherencias o por los quistes si estos son de gran tamaño. También puede ser debido a una disminución de la cantidad y un empeoramiento de la calidad de los ovocitos, como consecuencia del ambiente tóxico que crea la endometriosis a nivel de los ovarios.
Los tratamientos médicos –con fármacos- han sido inútiles en el tratamiento de la esterilidad. La cirugía en manos expertas no supera el 50% de embarazos, siempre que la paciente sea joven. Es aquí donde las técnicas de reproducción asistida se convierten en una buena opción para el tratamiento de la infertilidad con unas buenas tasas de éxito.
En las pacientes con endometriosis grado I y II se ha demostrado que, siempre que las características de las pacientes y de la muestra seminal lo permiten, tienen tasas de gestación muy similares a las pacientes que no presentan endometriosis.
También se ha publicado en numerosos estudios que la estimulación ovárica para una técnica de reproducción asistida no empeora los síntomas, ni estimula la aparición de nuevas lesiones ni la recidiva de las lesiones ya tratadas. Todo esto confirma la seguridad de la TRA para conseguir un embarazo en estas pacientes, que tienen dificultad para conseguirlo de forma espontánea.
La tendencia actual es al diagnóstico precoz para evitar un empeoramiento en la calidad de vida de estas pacientes y ofrecer las diferentes opciones a nuestro alcance para cumplir su sueño de la maternidad.
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